lunes, 11 de noviembre de 2013

REDRUM

Hay actores y actrices que consiguen meterse en la piel de sus personajes. Eso está claro - ya vimos el caso de Robert De Niro. Eso es bueno para quien ve esa película, para quien la dirige, para quien trabaja en ella. Sin embargo, esto puede ser también muy peligroso.
Personalmente, Jack Nicholson siempre me ha dado cierto miedo, no nos engañemos. Por eso no me ha extrañado el porvenir que ha esperado a la pobre mujer que fue su esposa durante los meses que duró el rodaje de uno de los papeles más espeluznantes de Nicholson: nada más y nada menos que El Resplandor de Stanley Kubrick.
De esta película no sólo perdura el gran doblaje que quedará para la posteridad, con Verónica Forqué entre otros - rodaje que por cierto dirigió el propio Kubrick. Y es que Shelley Duvall, Wendy Torrance, flamante esposa del protagonista, no salió muy bien parada de aquel rodaje.
Al parecer, el ambiente del rodaje era infernal; además, Stanley Kubrick, como todo buen genio, es un director muy exigente. Después de este rodaje, Duvall acabó con una gran depresión, con la que llegó incluso a perder pelo. Y encima, si después de aguantar un rodaje de estos, acabas siendo nominada al Razzie, los anti-Oscar, a la peor actriz del año... Apaga y vámonos. Después vendría su papel de Olivia en Popeye (1980) que, a pesar de ser su personaje ideal, supuso también un fracaso de crítica y público.
Tanto fracaso le hizo cambiarse de bando y meterse en producción y guión. Es así como consiguió que su serie infantil Cuentos de hadas se mantuviese cinco temporadas en antena, lo que parecía un soplo de aire fresco para la malograda actriz y que le animó a más producciones animadas, como Grandes cuentos y leyendas o Cuentos para dormir de Shelley Duvall. Sin embargo, no aparcó del todo la actuación y siguió con alguna intervención esporádica en películas de no demasiada calidad, como Suburban Commando. Su último papel en el cine no llegó a España; fue en Manna From Heaven, en 2002,
Siete años más tarde, los medios comenzaban a hacerse eco de ciertas alarmas respecto al estado de la salud mental de la señora Torrance: según parece, ésta estaba convencida de que unos alienígenas se colaban en nuestro mundo a través de un portal secreto situado en su jardín... Ahí es ná. Es por ello que, según aseguran sus vecinos, se pasaba noches en vela haciendo guardia e intentando comunicarse con dichos marcianos encendiendo y apagando las luces de su coche
Un año después, ella misma desmintió todo esto en una entrevista y afirmó haberse mudado a Texas después de que su casa de California quedase destrozada por un terremoto. Afirmó además dedicar su tiempo a sus mascotas y leer poesía. Entrañable...

P.D: Por si El Resplandor os pilla algo lejos...



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