jueves, 12 de mayo de 2016

La bomba debajo de la mesa.

Es sabido por todos que Alfred Hitchcock es un genio del cine. Como tal, se ha permitido el lujo de darnos algunas lecciones sobre el séptimo arte de las cuales una sigue siendo objeto de debate.

Esta lección trata sobre la diferencia entre la sorpresa y el suspense, que para el director aún no está clara en la mente de muchos profesionales de la industria. Si nos remitimos al significado más literal del término, según la Real Academia Española, la sorpresa es 'la acción de descubrir lo que alguien ocultaba o disimulaba', mientras que el suspense es la 'expectación impaciente o ansiosa por el desarrollo de una acción o suceso, especialmente en una película cinematográfica, una obra teatral o un relato'. A simple vista, la diferencia entre ambos términos es clara. Sin  embargo, resulta mucho más confusa cuando nos introducimos en el mundo del lenguaje cinematográfico. Es por ello que el bueno de Alfred intentó explicar ambos términos aplicados al cine, utilizando incluso una imagen muy sencilla.



Imagina una conversación anodina entre dos personas. Imagina ahora que hay una bomba debajo de la mesa que los separa. Nada sucede y, de repente... ¡Boom! La bomba explota. El público se sorprende, pero antes de esta sorpresa, sólo han presenciado una escena normal y corriente, sin especial consecuencia.

Vamos a plantear ahora la situación de suspense. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe, probablemente porque han presenciado como alguien la colocaba. El público es consciente de que la bomba explotará a las 13:00 y hay un reloj en la escena, en el que el público puede ver que son las 12:45. En esta situación, si bien la conversación es igual de anodina, la escena es mucho más fascinante puesto que se ha hecho al público partícipe, cómplice de la misma. Es más, el público probablemente tenga incluso ganas de gritarle a los personajes y advertirles de que hay una bomba y deberían dejar de hablar de las nimiedades de las que hablan. Este es, por ejemplo, el recurso narrativo empleado por el genio del suspense en La sombra de una duda (1943): el público sabe que ella tiene que llegar a la biblioteca antes de las nueve y el director se encarga de dejar claro al espectador que es probable que no llegue, mediante la imagen de un reloj mientras corre hacia allí, por lo que le crea un suspense... ¿Llegará?


Por tanto, en el primer caso, el público ha sentido sorpresa durante quince segundos, lo justo para que se les pase el susto de la explosión, mientras que, en el segundo caso, han sentido quince minutos de suspense.

Y, ¿cuál es la conclusión que saca Alfred de todo esto? Pues os lo podéis imaginar: siempre que sea posible, el público tiene que estar informado de este tipo de cosas para hacerle partícipe de la acción, salvo cuando, obviamente, la sorpresa sea ese giro final, eje de la historia. Y es que... ¿Qué sería de su gran obra Psicosis si el público supiese el final y explicación a toda la historia desde el principio?




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