A estas alturas de la película, nadie duda ya del enorme talento de Robert de Niro, ya no sólo interpretando a gángsters sino que ha llegado a atreverse con comedias como Los Padres de Ella (2000) o El lado bueno de las cosas (2012). Si por algo es alabada las interpretaciones de de Niro es por su capacidad para meterse de lleno en la piel de sus personajes, y así lo demostró con creces en El Cabo del Miedo (1991).
Para prepararse su papel de Max Cady en la película de Scorsese, de Niro se paseó con una grabadora por los pueblos montañeses de Estados Unidos para captar el acento de los lugareños y traspasarlo a su personaje. Tal fue el éxito de la operación que el director de la cinta declaró haber sentido escalofríos al escucharle hablar - cosa que de Niro aprovechó para gastar una pequeña broma a su director, dejándole mensajes en en contestador con la voz de Cady.
Además, de Niro trabajó duro para conseguir el aspecto del desaliñado Max Cady. Primero, siguió un estricto régimen que le permitió reforzar su musculatura y bajar su nivel de grasa corporal hasta un escaso 4%. Pero sin duda, lo más impactante es el toque que de Niro le dio a su personaje: antes de la película, pagó 5 de los grandes a un dentista para que le destrozase los dientes y asemejarse más a su personaje. Y no sólo eso, sino que, después del rodaje, la cantidad se multiplicó por cuatro para conseguir que se los arreglasen.
El compromiso del actor con su personaje fue tal que incluso los tatuajes que lució durante la película eran reales, aunque temporales. Las últimas escenas, que incluían agua, no permitirían a ningún tipo de calcomanía o tatuaje por el estilo aguantar el tipo así que de Niro decidió hacerse verdaderos tatuajes que más tarde se quitaría por láser.
Esto es amor al arte y lo demás son tonterías. ¡Qué grande eres, Robert!
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