A estas alturas, todos conocemos ya lo que es el CGI o Computer Generated Imagery (Imagen Generada por Ordenador). Como ya vimos unas entradas atrás, esta tecnología fue la que permitió hacer de un sex symbol como Brad Pitt un entrañable ancianito en El curioso caso de Benjamin Button. Sin embargo, Pitt no fue el primero (ni el último) en pasar por la chapa y pintura electrónica en postproducción. Un caso concreto resulta muy curioso: Showgirls (1995), la historia de Nomi Malone, una bailarina en Las Vegas.
La película se estrenó en 1995 y supuso un fracaso de taquilla y de crítica - algunos hablan de ella como una de las peores películas de la historia del cine. Sin embargo, terminó siendo como el buen vino y años después, otros se atreven a clasificarla como película de culto.
Como podréis imaginar, la vida de la bailarina en Las Vegas rodeada de sexo y violencia no hace de ella una película familiar precisamente. En un principio, la película fue catalogada por la MPAA como no apta para menores de diecisiete años. Sin embargo, un canal de televisión en abierto adquirió la cinta con el objetivo de programarla en horario vespertino. Y así fue cómo Showgirls se convirtió en una dulce comedia familiar... Bueno, tampoco exageremos.
En primer lugar, se llevó a cabo una práctica bastante habitual en la puritana televisión americana: los diálogos de la película fueron redoblados para eliminar todo tipo de palabras soeces y malsonantes y sustituirlas por curiosas combinaciones y expresiones. Además, también se eliminaron las escenas más intensas, tanto a nivel de sexo y de violencia, dejando la película con aún menos sentido del que antes tenía.
Sin embargo, si algo llamó la atención en la transformación de la película Showgirls fue la utilización del CGI. Gracias a esta tecnología, se tapó con ropa interior artificial cada una de las escenas en que la protagonista, Elizabeth Berkley o cualquier otro personaje aparecía ligera de ropa de cintura para arriba.
No hay duda de que los amantes del universo Marvel conocen a la perfección el nombre de Stan Lee. Se trata nada más y nada menos que del creador de la gran mayoría de los personajes del universo: Spider-Man, Iron Man, Thor, Hulk, Los Vengadores... Todos estos iconos del cómic salieron de la cabeza de 'Stan The Man'.
Pero si por algo es conocido Stan más recientemente, con las sucesivas adaptaciones cinematográficas de los cómics, es por sus numerosos cameos en estas películas. El dibujante aparece en todas las películas cuyo personaje creó, a excepción de algunas de la saga X-Men y Los 4 Fantásticos. Es el verdadero rey de los cameos.
Pero, ¿qué es un cameo? Según la Real Academia Española, un cameo es la intervención breve de un personaje célebre, actor o no, en una película o serie de televisión. Recientemente, series como Big Bang o algunas más nostálgicas como Friends han destacado por sus innumerables cameos.
Estos son los cameos que Stan The Man ha hecho en las películas de Marvel hasta la fecha.
1. El juicio del increíble Hulk (1989)
2. X-Men (2000)
3. Spider-Man (2002)
4. Daredevil (2003)
5. Hulk (2003)
6. Spider-Man 2 (2004)
7. Los 4 Fantásticos (2005)
8. X-Men: La decisión final (2006)
9. Spider-Man 3 (2007)
10. Los 4 Fantásticos y Silver Surfer (2007)
11. Iron Man (2008)
12. El increíble Hulk (2008)
13. Iron Man 2 (2010)
14. Thor (2011)
15. Capitán América: El primer vengador (2011)
16. Los Vengadores (2012)
17. The Amazing Spider Man (2012)
18. Iron Man 3 (2013)
19. Thor: El mundo oscuro (2013)
20. Capitán América: El soldado de invierno (2014)
21. The Amazing Spider Man 2 (2014)
22. Guardianes de la galaxia (2014)
23. Los Vengadores: La era de Ultrón (2015)
24. Ant-Man (2015)
Además, Stan Lee ha aparecido en muchas otras series y películas, como Big Hero 6 o Big Bang. Sin duda, Stan the Man es el rey indiscutible de los cameos.
¿Te imaginas poder apreciar el trayecto de una bala con total precisión? ¡Bienvenidos al maravilloso mundo del bullet time!
Esta técnica, sello indiscutible de las hermanas Wachowski, no es otra cosa que la ralentización extrema del tiempo para poder así ver movimientos o sucesos muy veloces o para darle ese toque dramático que tanto les gusta a los directores de cine.
El origen de esta técnica se remonta antes incluso del comienzo del cine como tal. Eadweard Muybridge fue el primero en capturar imágenes en movimiento, mediante fotogramas, para poder estudiar los movimientos de un caballo. Para ello, utilizó una serie de cámaras en fila. Si bien sus intenciones eran puramente científicas, Muybridge ha sido bautizado como el gran precursor del cine.
Antes de ser utilizado en acción real en cine, el concepto del bullet time pasó por el mundo de la animación, como en la película japonesa Speed Racing, de 1966.
Aunque la técnica ya fue utilizada diez años antes en un videoclip del grupo Accept, el director francés Michel Gondry, del que ya hemos hablado en alguna ocasión, la hizo inmensamente popular al utilizarla en 1995 en el videoclip de 'Like a Rolling Stone', de los Rolling Stones.
El bullet time llegó al cine en acción real de la mano de uno de sus más conocidos embajadores, ya mencionados antes, en la película Matrix - Warner llegó incluso a registrar el término como marca.
Pero vayamos al grano... ¿Cómo se consigue este efecto? En un primer momento, la técnica utilizada era muy similar a la que en su día utilizó Muybridge para estudiar a su querido caballo: una serie de cámaras fotográficas fijas colocadas sobre una barra de sujeción apuntando al sujeto u objeto a fotografiar desde diferentes situaciones y sin mucho espacio entre ellas. El resultado final era la sucesión de estas imágenes, al estilo de un stop motion. Pero una vez más, los avances tecnológicos ayudaron mucho a esta técnica con la llegada de cámaras de alta definición, capaces de captar la resolución necesaria para que la post-producción haga el resto.
Con esta técnica, la serie de televisión CSI dio el pistoletazo de salida a su décima temporada, en esta escena, la más cara de la televisión mundial:
Seguro que te ha pasado muchas veces... Estás viendo una serie y, ¡pum! de repente uno de los personajes cambia de actor sin que nadie dé ninguna explicación al respecto. El ejemplo que a todo nacido alrededor de los 90 se nos viene a la cabeza es sin duda la Tía Vivian de El Príncipe de Bel Air: Janet Hubert-Whitten fue sustituida de repente por Daphne Maxwell Reid. En realidad, este es un caso curioso del síndrome puesto que se utilizó como tema para alguno de los chistes, como cuando Jazz comenta a la señora Banks que 'está muy cambiada' - y normal, porque el cambio era más que evidente...
Este truco es uno de los muchos que se han sacado los productores de la manga para suplir las bajas de cualquier tipo que se dan en una producción - el síndrome Chuck Cunningham consiste en hacer desaparecer al personaje de la noche a la mañana sin explicar por qué (como en el caso de Coach, el personaje de New Girl, que desapareció después del piloto).
Estos cambios de actor se han utilizado tantas veces que el truco ya tiene su propio nombre en el universo audiovidual: el síndrome Darrin. El personaje de Darrin Stephens le dio nombre después de sufrir esta metamorfosis: el marido de la protagonista de Embrujada fue interpretado por Dick York durante cinco temporadas hasta que en 1969 su tocayo Dick Sargent tuvo que reemplazarle.
Este juego es muy común en las series de televisión por lo mucho que se prolongan en el tiempo. Recordamos algunos ejemplos:
Inés Alcántara (Cuéntame cómo pasó): Este personaje empezó siendo interpretado por Irene Visedo hasta que en la temporada 12 Irene fue sustituida por Pilar Punzano - pasando antes por una fugaz aparición de una tercera Inés Alcántara en la décima temporada, Marieta Orozco. Lo curioso de este caso es que se trata de un Darrin de ida y vuelta, puesto que unos años después - y unas polémicas después - Irene Visedo ha vuelto como la primogénita de Antonio y Merche;
Nacho Mendoza (Motivos Personales): Cuando Miguel Ángel Silvestre decidió abandonar la serie, la segunda temporada estaba ya escrita y a punto de ser rodada por lo que era ya imposible cambiar las tramas y hacer desaparecer a su personaje. A cambio, se optó por cambiarle por Álex González. El camuflaje fue tal que se volvieron a rodar las escenas parte del resumen de la primera temporada con el que daba comienzo la segunda en las que aparecía Miguel Ángel Silvestre para que fuese Álex quien interpretase a Nacho y como si nada, oye;
La Montaña (Juego de tronos): Dentro de los muchos casos de síndrome de Darrin en el último fenómeno de la HBO, destaca el del personaje de La Montaña, que ha sido interpretado hasta por tres actores distintos. Conan Stevens estrenó el personaje y duró la primera temporada hasta que Ian Whyte le sustituyó en la segunda. Tras su ausencia en la tercera temporada, La Montaña volvió en la cuarta interpretado por Hafþór Júlíus Björnsson.
Si bien es algo más propio de la televisión, por ser las producciones más prolongadas en el tiempo, el cine también ha tenido sus propios Darrin, sobre todo en los casos de sagas - mejor obviemos los ocho actores que han interpretado a James Bond... Estos son algunos de los ejemplos más recordados:
Clarice Starling (El Silencio de los Corderos/Hannibal): Jodie Foster interpretó a la joven estudiante que se gana la confianza de Hannibal Lecter en la primera película - una interpretación que además le valió un Premio Óscar y unas excelentes críticas. A pesar de todo ello, Foster renunció a participar en la secuela, Hannibal, por lo que su mismo personaje fue interpretado por Julianne Moore;
Rachel Dawes (Batman Begins/The Dark Knight): Katie Holmes empezó interpretando a esta amiga de la infancia de Bruce Wayne en la primera de las aclamadas adaptaciones del director Christopher Nolan. Sin embargo, en la segunda adaptación de Nolan, The Dark Knight, el personaje de Rachel pasó a las manos de Maggie Gyllenhall;
Albus Dumbledore (Harry Potter): Este caso es especialmente triste puesto que el cambio de actor surgió tras la muerte de Richard Harris, el actor que interpretó al director de Hogwarts hasta la segunda película, Harry Potter y la Cámara Secreta. Fue entonces a partir de la tercera entrega, Harry Potter y el Prisionero de Azkaban, que Michael Gambon se calzaría la frondosa barba para interpretar al entrañable Albus Dumbledore.
El mundo del cine no sólo evoluciona con historias y avances tecnológicos; el mundo del marketing cinematográfico también se va adaptando a los tiempos que corren, con lo que surgen nuevos modos de vender películas y nuevos términos para denominarlos.
Uno de los más populares es el términoteaser, bien conocido entre los amantes de la publicidad pero desconocido y/o confuso para otros muchos menos entendidos en este tema. El teaser es también conocido como 'campaña de intriga' y es que es en la intriga en lo que basa su conexión con el público. Se trata de un anticipo de una campaña que ofrece sólo información fragmentaria sobre el producto o servicio: la idea es pues crear una intriga en el consumidor que quiera saber más al respecto. Hoy en día, muchas marcas de coches lo utilizan, entre otras muchas.
Este tipo de campaña es muy común en el cine. El teaser de 'El Código Da Vinci' fue lanzado incluso antes de que la película se rodase. En cine, lo más curioso es la forma que tiene esta campaña de convivir con otro tipo muy común en la industria: el trailer. Al fin y al cabo, el trailer también nos muestra fragmentos de la película intentando dejarnos con las ganas de verla entera. Sin embargo, no hay más que ver este teaser de 'Perdida' para conocer la diferencia: al terminar de verlo, apenas sabemos nada de la película, a diferencia de un trailer, y la intriga (y las ganas, si lo que vemos es bueno) es mucho mayor.
Esto sería, en cambio, el trailer tradicional, donde podemos ver mucha más información sobre la historia y la trama, etc:
La primera película en traer el concepto de teaser a España fue 'Jumanji' hace once años. En resumen, la diferencia entre ambos conceptos está en la información dada: partiendo del mismo objetivo (crear intriga y expectativas en el espectador) el teaser insinúa algún aspecto sobre la película (una escena, por ejemplo) mientras que el trailer es el encargado de darnos toda la información necesaria. El trailer suele ser por tanto una sinopsis de la película, un resumen (a veces quizá demasiado esclarecedor) y suele tener una duración más larga que un teaser: mientras que el primero puede llegar al minuto y medio (aunque a veces se reduzca por cuestiones de espacio publicitario y dinero), el segundo no suele durar más de medio minuto.
Quién engañó a Roger Rabbit es una película muy adelantada a su época puesto que, si bien no fue la primera en conseguir mezclar personajes animados y actores de carne y hueso, lo hizo con una calidad inimaginable a finales de los años ochenta que conquistó tanto al público como a la crítica. La magia del cine había llegado a juntar incluso al mítico bailarín Gene Kelly y el ratón Jerry.
Se podría decir que esta película se divide en dos películas diferentes en lo que a producción se refiere: por un lado, la acción real fue dirigida por Robert Zemeckis y rodada en Hollywood; mientras que Richard Williams se hizo cargo de la animación en su estudio de Londres. El proceso duró más de tres años.
Hoy en día, no es raro hablar de la animación CGI, insertada habitualmente en la imagen a través de figuras en croma (como en Juego de Tronos). Sin embargo, en la época en que Roger Rabbit conquistó la taquilla, estos efectos especiales eran inimaginables: todos los personajes de animación de la película fueron dibujados a mano. Además, los dibujos compartían plano con actores de carne y hueso, por lo que se utilizaron distintos efectos y juegos de iluminación para darles sombra y conseguir ese fabuloso efecto tridimensional que desprenden. Quién engañó a Roger Rabbit se convirtió además en un homenaje a la animación: consiguió reunir a personajes de casas rivales, como Donald, Betty Boop o Bugs Bunny.
Pero la parte no animada también resultó extremadamente avanzada para la época: se utilizaron diversos tipos de película y de sensibilidad según la escena e incluso se construyó una nueva cámara de fibra de vidrio, Visaflex.
Además, en el caso de esta película, a diferencia de ejemplos actuales, los actores no utilizaban muñecos ni nada por el estilo sino que hablaban, interactuaban e incluso agarraban la nada donde después estarían insertados Roger y compañía. Los actores contaban incluso con un entrenador ('mind coach') que les ayudaba a visualizar sus compañeros animados aún inexistentes.
La relación de los dibujos con los objetos también resultaba complicada. Los objetos reales que estos dibujos movían eran en realidad movidos por un excelente experto en marionetas. Cuando el movimiento era más preciso (por muy bueno que fuese el chico de las marionetas) se empleaba un brazo mecánico que luego era sustituido por el personaje animado en cuestión: ¡así consiguieron que un brazo mecánico fumase un puro! Estos brazos también tenían dispositivos en sus extremos para aprehender objetos si fuese necesario. Y eso no es todo... ¿Cómo hacían, por ejemplo, para mover el agua del fregadero en el que Roger estaba metido? Pues mediante unos motores que producían el efecto de chapoteo. Otro ejemplo es el propio Bob Hoskins simulando el conejo al que estaba unido por unas esposas, girando la muñeca para conseguir moverlas él mismo - ¡todo un arte! Lo cierto es que Hoskins demostró un talento enorme e hizo posible en gran parte esta combinación. Esta escena fue una de las más difíciles de rodar.
Aunque los actores consiguieron adaptarse a las circunstancias, la producción de la película dispuso unos muñecos con la forma de Roger y compañía para las escenas difíciles, en que los actores actuaban frente al mismísimo aire, en palabras de Hoskins, o simplemente para ensayar y calcular distancias, por ejemplo, cuando el detective agarraba al conejo por las orejas.
Una de las escenas más difíciles y extrañas de rodar fue la persecución, y es que el coche que conducía Hoskins era animado. Por lo tanto, se construyó un vehículo parecido a un quad que luego sería sustituido por Benny The Cab.
Aunque sin duda, la escena más difícil de rodar fue esta, en la que se juntaron los dibujos Disney, los efectos especiales, los motores, las marionetas... En fin, todo un desafío.
Pero no podemos cerrar este post sin mencionarla a ella, Jessica Rabbit:
Es sabido por todos que Alfred Hitchcock es un genio del cine. Como tal, se ha permitido el lujo de darnos algunas lecciones sobre el séptimo arte de las cuales una sigue siendo objeto de debate.
Esta lección trata sobre la diferencia entre la sorpresa y el suspense, que para el director aún no está clara en la mente de muchos profesionales de la industria. Si nos remitimos al significado más literal del término, según la Real Academia Española, la sorpresa es 'la acción de descubrir lo que alguien ocultaba o disimulaba', mientras que el suspense es la 'expectación impaciente o ansiosa por el desarrollo de una acción o suceso, especialmente en una película cinematográfica, una obra teatral o un relato'. A simple vista, la diferencia entre ambos términos es clara. Sin embargo, resulta mucho más confusa cuando nos introducimos en el mundo del lenguaje cinematográfico. Es por ello que el bueno de Alfred intentó explicar ambos términos aplicados al cine, utilizando incluso una imagen muy sencilla.
Imagina una conversación anodina entre dos personas. Imagina ahora que hay una bomba debajo de la mesa que los separa. Nada sucede y, de repente... ¡Boom! La bomba explota. El público se sorprende, pero antes de esta sorpresa, sólo han presenciado una escena normal y corriente, sin especial consecuencia.
Vamos a plantear ahora la situación de suspense. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe, probablemente porque han presenciado como alguien la colocaba. El público es consciente de que la bomba explotará a las 13:00 y hay un reloj en la escena, en el que el público puede ver que son las 12:45. En esta situación, si bien la conversación es igual de anodina, la escena es mucho más fascinante puesto que se ha hecho al público partícipe, cómplice de la misma. Es más, el público probablemente tenga incluso ganas de gritarle a los personajes y advertirles de que hay una bomba y deberían dejar de hablar de las nimiedades de las que hablan. Este es, por ejemplo, el recurso narrativo empleado por el genio del suspense en La sombra de una duda (1943): el público sabe que ella tiene que llegar a la biblioteca antes de las nueve y el director se encarga de dejar claro al espectador que es probable que no llegue, mediante la imagen de un reloj mientras corre hacia allí, por lo que le crea un suspense... ¿Llegará?
Por tanto, en el primer caso, el público ha sentido sorpresa durante quince segundos, lo justo para que se les pase el susto de la explosión, mientras que, en el segundo caso, han sentido quince minutos de suspense.
Y, ¿cuál es la conclusión que saca Alfred de todo esto? Pues os lo podéis imaginar: siempre que sea posible, el público tiene que estar informado de este tipo de cosas para hacerle partícipe de la acción, salvo cuando, obviamente, la sorpresa sea ese giro final, eje de la historia. Y es que... ¿Qué sería de su gran obra Psicosis si el público supiese el final y explicación a toda la historia desde el principio?